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PRESENTACIÓN
Inmaculada Delgado Pérez
ARTÍCULO CLÁSICO
El concepto de identidad y los vínculos de integración espacial,
temporal y social
León y Rebeca Grinberg
ARTÍCULOS MONOGRÁFICOS
Identificaciones e Identidad
Juan Francisco Artaloytia
“Pensando acerca de las identidades transexuales”
José María Erroteta
Transformaciones en torno al género. El sujeto en busca de sentido
Daniel Betancor Pérez
Psicoterapia grupal con adictos: La capacidad de estar solo
en presencia del grupo
Carlos Portillo Sisniega
“Ser o no ser” Es la cuestión de la adopción
Claudia Mizrahi
Ciertos antagonismos en la teoría y en la práctica psicoanalítica
Carlos Tabbia
RESEÑA
53 Congreso de la IPA. la mente en la línea de fuego.
27 Conferencia de IPSO
Carmen Ibañez Alcañiz
Taller de la Revista de Psicoterapia y Psicosomática
Encarna Amorós Ruiz
OBITUARIO
Obituario del Dr. Pedro Pérez Garcia
Félix Blanco, Concha Diez, Manuel Pérez y Benigno Prado
Nº110 (digital) IDENTIDAD
Este número de la Revista que ahora presentamos comenzó al interrogarnos desde el Comité de Redacción sobre cómo se constituye la identidad en las distintas configuraciones familiares, con las nuevas formas de relacionarse; sobre la importancia del cuerpo en la constitución de ésta, y sobre cuáles pueden ser los déficits a la hora de construir una identidad, las nuevas identidades y las no identidades. Descubrimos que se trata de un proceso complejo, en el que participan factores genéticos, somáticos, sociales junto a los psicológicos.
Vemos que ese proceso se inicia incluso antes de la constitución del psiquismo: comienza con el deseo o no de los padres de hijo, y con la imagen que se van a formar estos padres cuando conocen el embarazo. En este proceso, el niño se nutre del otro, necesita del otro para la constitución de su psiquismo y su identidad. Por “otro” me refiero a las personas que cubren las necesidades del niño, tanto las alimenticias, como de contacto corporal y de un apego seguro. Se generarán los vínculos de interdependencia con las figuras parentales, donde, a través de lo pulsional, el niño busca al otro quien aporta su capacidad de reverie, pudiendo incluir los deseos y fantasmas inconscientes de otros, que vehicula lo transgeneracional.
Hablamos de unidad y diversidad comprendiendo que hay una multiplicidad de identificaciones primarias, que aportan lo nuclear del individuo, e identificaciones secundarias, con todo ello se dará la construcción de un yo corporal sexuado en función de la anatomía y las diferencias de sexos, así como la interiorización de valores sociales, constituyéndose un psiquismo que funcionan como una unidad que se mantiene en el tiempo.
El sujeto necesita ser igual a sí mismo, mantener sus ideales y a la vez separarse, diferenciarse, para alcanzar su individualidad e invariabilidad en el tiempo, que permanecen dando estabilidad al individuo pero que, a lo largo de las distintas circunstancias, requerirán enfrentarse a cambios vitales para su evolución. Es necesario trascender la historia de los padres para crear una propia, metabolizando las identificaciones para sentirse verdadero y no responder al deseo del otro. El sujeto va a conformar su identidad a través de los distintos vínculos que establece y el momento de la historia en el que está inmerso, en una determinada sociedad, con unos valores, unos ideales de grupo y una continuidad.
Hemos elegido como clásico el primer capítulo de Identidad y cambio, de Leon y Rebeca Grinberg por su claridad al aportar imágenes plásticas para mostrarnos cómo se desarrolla la identidad en el área que mejor conocen, el proceso analítico. Ellos prefieren hablar de sentimiento de identidad. Para su formación consideran necesario un ritmo de estimulación y presencia de la madre, que alterne con ausencia, para diferenciarse.
Los monográficos que presentamos están en la línea que traen los Grinberg. Se plantea como un factor necesario la disposición del analista a ampliar su escucha, a dejarse “utilizar” por el paciente, con una línea bastante aperturista, a hacer sutiles lecturas tamizadas por otros autores; a poder tolerar “no hacer pie” en la identidad de cada uno de nosotros; o a poder ampliar la perspectiva de los conceptos que utilizamos. También a abrirse a utilizar otras técnicas e incluso a estar dispuestos a trabajar con nuestro propio cuerpo.
Abrimos la sección de monográficos con Juan Francisco Artaloytia, autor que cuenta con trabajos sobre transexualidad, pulsionalidad visual y nuevas subjetividades. En su artículo se apoya en Introducción del narcisismo para conceptualizar la Identificación narcisista. Desde Duelo y melancolía, nos habla de la Identificación melancólica y como complementaria a esta nos trae la Identificación primaria, para referirse no tanto a “con quién” se identifica el infans, sino a “por quién” y “cómo” es identificado éste, incluso mucho antes de su concepción. En la Identificación histérica la identificación se da con aquello del tercero que aparentemente despierta el deseo del objeto. Esto queda explicitado con numerosos ejemplos. Y finaliza con las Identificaciones grupales.
En la actualidad, hablar de identidad nos lleva inevitablemente a hablar de personas trans, que es de lo que escriben los dos siguientes autores, con una obra prolífica sobre las identidades transexuales. Jose María Erroteta partiendo de la prematuridad y desamparo del ser humano, la hipótesis que desarrolla es que en el origen de la incongruencia de género subyacen dos factores que se complementan y potencian mutuamente, una vivencia excesivamente precoz del desamparo primitivo y un foco atractor al momento originario, que tiene que ver con un inconsciente parental.
Daniel Bentancor nos abre a otras perspectivas, para pensar sobre la identidad y su constitución, recurre a la génesis del psiquismo y propone ampliar la mirada sobre las referencias a la relación madre-bebé, afirma la necesidad de una dinámica relacional en doble con el objeto y procesos transicionales, que posibilite la construcción de una representación de un sí mismo diferenciada, que dé acceso a un sentimiento identitario consolidado. Los dos siguientes artículos indagan sobre la identidad a través de la práctica clínica de dos compañeros. Carlos Portillo Sisniega propone el grupo como elemento vinculante para poder generar representación psíquica, por la presencia del otro y estar presente para el otro. Su hipótesis es que por medio de lo vincular grupal podrá generarse un patrimonio representativo que permita afrontar el arrebato adictivo y la recaída.
Claudia Mizrahi ilustra a través de distintas viñetas clínicas el proceso que tiene que desarrollar el niño adoptado. Plantea una doble identificación con el deseo de muerte de la madre biológica y la posibilidad de identificarse con el deseo de la madre adoptante que despierta a la vida. Para la autora, el proceso analítico es como ese cuerpo materno provisto de la sensorialidad que debería encontrar el niño tras la pérdida de la vida intrauterina.
Llegados a este punto es inevitable, para cerrar los monográficos de este número, cuestionarnos nuestra identidad psicoanalítica, y lo hacemos de la mano de Carlos Tabbia, por sus trabajos sobre nuevas subjetividades. Tabbia plantea una actitud integradora para nuestro trabajo clínico y nos invita a la autoobservación y la necesidad de conjugar la metapsicología con las emociones del analista, sin dejarnos ensordecer por las teorías, también nos invita a indagar sobre la necesidad de enfrentarnos a lo que él considera el dolor de pensar.
Inmaculada Delgado