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PRESENTACIÓN
Inmaculada Delgado Pérez

 

ARTÍCULO CLÁSICO

Los ataques al vínculo
W. J. Bion

 

ARTÍCULOS MONOGRÁFICOS

El vinculo psicoanalítico primordial
José María López de Maturana

 

El alba del vínculo, la presencia del otro
Agustín Béjar Tarancón

 

La relación médico paciente desde la mirada psicoanalítica
Alicia Leisse de Lustgarten

 

Analizando a una niña a través del ciber- espacio
Alicia Szapu de Altman

 

El ataque al vínculo como una de las formas de atacar el poder vinculante del pensamiento y evitar la evolución de la intuición y sus imprevisibles derroteros
Hilda Catz & cols

Análisis de los múltiples condicionantes del proceso terapéutico: a propósito de un caso
Alejandro Muriel Hermosilla

 

NOTAS DE ACTUALIDAD

Coronavirus y lazo social. Algunas prospecciones
Ernesto Gustavo Dessal

Nº104 (digital) EL LAZO HUMANO

10,00 €Precio
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    Nos alegra presentar este número cuya peculiaridad, sumada a la habitual de que todos los artículos sean inéditos, es ser mayoritariamente clínica. En los distintos trabajos de esta edición se puede apreciar el trabajo de los terapeutas y las experiencias que sustentan sus formulaciones teóricas. El tema que nos ocupa es apasionante y ahora está en continua transformación, con numerosos cambios que en algunos casos serán permanentes mientras que otros previsiblemente desaparecerán.

    Partimos del concepto de lazo humano como una relación o vínculo afectivo y emocional, que se inicia con los padres y personas más cercanas a nuestro entorno e incluso también se produce con seres animados, como las mascotas, e inanimados que adquieren un significado personal en base a la historia relacional con ellos. Dichos vínculos son característicos de la especie humana, siendo vitales para la constitución del psiquismo y la supervivencia, característica que es común en todas las culturas y épocas de la historia de la humanidad.

    Necesitamos el vínculo desde nuestra concepción y para nuestro desarrollo, que es a su vez el producto de la interacción con los otros. Vincularse emocionalmente con el otro define nuestra personalidad, gracias a los procesos de identificación, porque nadie se puede hacer a sí mismo.

    Estamos de acuerdo con Janine Puget1 cuando dice que al relacionarse con el otro nace una curiosidad permanente, manejándonos en un terreno frágil como es la incertidumbre, que para ella es la condición necesaria para el vínculo, así el placer de hacer algo a partir de la fragilidad y de la incertidumbre es el principio regulador de un vínculo.

    El ser humano va a ir constituyendo de forma mutua una identidad individual y social, las personas con las que nos vinculamos mayoritariamente se hacen desde nosotros mismos, en función de lo que les atribuimos a los otros, así parte de lo que nos rodea es producto de nuestra subjetividad.

    Ahondando un poco más con lo que nos propone Alberto Eiguer2, el vínculo es la relación de reciprocidad entre dos sujetos (o varios) cuyos funcionamientos psíquicos se articulan y se influyen mutuamente. Para los dos sujetos, el vínculo se constituye como una instancia o una entidad que se vive inconscientemente como un tercero, así el vínculo es uno más otro y también ni uno ni otro. El funcionamiento psíquico se predispone hacia el vínculo, conservando internamente un apetito de conexión con los otros.

    Los primeros vínculos son los que nos van a marcar a lo largo de nuestra vida las relaciones con las demás personas y desde que nacemos vamos adsorbiendo los valores del modelo relacional imperante. Así la forma de vincularse esta muy condicionada por el ambiente socio cultural en el que se encuentra inmerso el individuo, es importante el papel que desempeña uno, qué le pide al otro y desde donde se lo pide, incluso uno se puede definir de una forma y ser de otra, entrando en una terrible contradicción, confundiendo también al otro.

    El avance de las nuevas tecnologías conjuntamente al surgimiento de la extensión de las Redes Sociales en Internet, han influido fuertemente en la comunicación dando lugar a diversos e impensados modos de vincularse, dándose los vínculos virtuales o conexiones entre los perfiles que se construyen los individuos en función de sus necesidades, deseos, ideales, etc.

    Se habla así de conectarse o estar conectado, la conexión se establece a demanda y puede cortarse a voluntad, dándose una falta de compromiso. Por ahora no tenemos datos suficientes para adentrarnos en estos fenómenos que nos plantean una realidad dual (real versus virtual), donde el individuo se puede vincular con identidades diferentes, a veces remplazando las relaciones cara a cara por lo virtual y con la necesidad e importancia de la autoafirmación a partir de un “Me gusta” de un otro a veces desconocido.

    Estas nuevas tecnologías, a las que nos hemos tenido que adaptar, nos han ayudado a mantenernos conectados en la situación traumática en la que nos encontramos, debido a la pandemia por el coronavirus, que nos afecta en nuestras vidas, cambiando nuestra formas de relacionarnos, limitando las relaciones sociales, ya no solo por el conflicto entre las libertades individuales y las exigencias de protección al otro, sino por lo que supone para el individuo no poder vincularse con el otro, desde el contacto corporal, ahora la cercanía es lo peligroso, que es a la vez lo que sustenta al individuo. Aún inmersos en la tragedia, no disponemos de la distancia ni los datos necesarios para entender el alcance de esta situación. Tendremos que apelar a nuestra capacidad para perseverar en las incertidumbres a través de los misterios y de las dudas, como nos dice Bion.

    Es con su artículo, Ataques al vinculo, como comenzamos nuestro número, en este intenta mostrarnos el significado de los ataques destructivos al vínculo entre dos objetos. A través de la descripción y análisis de unos ejemplos clínicos observa elementos que sugieren la formación de un objeto perseguidor y hostil, o de una aglomeración de tales objetos que expresan su hostilidad, cuya cualidad es la de un superyó primitivo y homicida, que son los que predominan en los mecanismos psicóticos del paciente.

    Con sus ejemplos clínicos nos evidencia las dificultades que se dan en el análisis, al permitir que el paciente recurra a la identificación proyectiva, porque es el único modo de comunicación que tiene éste para hacerse comprender; la identificación proyectiva consiste en depositar las emociones del paciente en Bion, quien se permite sentirlas y elaborarlas con la finalidad de que puedan ser reintroyectadas por el paciente ya sin peligro. Esto le lleva a considerar que la identificación proyectiva y la introyectiva constituyen el fundamento para el desarrollo normal del individuo.

    El periodo en el que se originan los ataques al vínculo está dominado por relaciones de objetos parciales, la relación que más le interesa a Bion es la que se establece con la función que el objeto representa y que proporciona un vínculo entre dos objetos.

    En estos ataques el autor considera que hay unas características innatas que son la agresión primaria y la envidia, así como la falta de receptividad del objeto que sirva de depositario de estas emociones, lo que lleva a una perturbación severa del impulso de curiosidad del que depende toda capacidad para aprender y crecer.

    Nos vamos adentrando en el tema con el artículo de José María López de Maturana, El vínculo psicoanalítico primordial, en el que hace un interesante recorrido del psicoanálisis iniciado por Freud, quien conceptualiza un espacio mental, al que se le intenta dar un sentido y Klein lo extiende al psiquismo temprano, siendo el psicoanálisis el que postula una curiosidad innata en la naturaleza humana.

    El autor muestra cómo la experiencia clínica lleva a Freud a tomar en consideración la intensidad emocional entre paciente y analista, tomando la transferencia la voz cantante en el proceso analítico. Klein vuelve a dar un impulso, considera la transferencia una presencia actual proveniente de la externalización de los objetos internos, que son entidades psíquicas vivas en el presente.

    De forma sencilla el autor nos lleva a las aportaciones de otros psicoanalistas que, al trabajar en análisis con pacientes psicóticos, toman en consideración la intensidad emocional que estos pacientes producían en la transferencia y contratransferencia, esto les hizo ahondar en las turbulencias emocionales, en el aquí y ahora de la sesión. Nos trasmite el paradigma del análisis propuesto por Bion, que el paciente por medio de la identificación proyectiva comunica su angustia a un analista que, si la tolera, produce en el paciente la introyección de un objeto que promueve el aprendizaje por la experiencia y el pensamiento, en lugar de la evacuación y la acción.

    A partir de aquí López de Maturana va a fundamentar su planteamiento, haciendo hincapié en lo nuclear de nuestro trabajo rescatando lo emocional, el verdadero motor del cambio tan temido como deseado, que tiene que ver con la restauración de la capacidad de pensar y, sin desestimar la recuperación del pasado, resalta la importancia de la cualidad del almacenamiento de contenidos. Nos advierte de la posibilidad de que en la sesión este más presente nuestra memoria o deseo, que la del mundo interno del paciente, y que busquemos una coherencia en nuestras teorías. Para el autor el vínculo propio del psicoanálisis es la actitud de conocerse en la transferencia-contratransferencia que esta generada por la capacidad de reverie del analista.

    Con la habilidad que tiene el autor de hacer sencillo lo complejo, muestra su forma de trabajar hablándonos de lo que él considera el ombligo del proceso psicoanalítico. Con una ilustración clínica, nos expone generosamente su contratransferencia, el análisis de la transferencia y cómo, lo que la paciente le hace sentir por medio de la identificación proyectiva, le permite una interpretación desde lo emocional que abre la posibilidad a un cambio psíquico.

    Agustín Béjar Trancón con su artículo El alba del vínculo, la presencia del otro nos lleva a adentramos en los orígenes de este lazo humano como rasgo distintivo de nuestra especie, matriz en la que se origina un funcionamiento psíquico nuevo.

    Documenta un recorrido que inicia con la aparición de la diferenciación genital sexual y va evolucionando a apareamientos más frecuentes, que dependen de la excitación producida por el otro, de donde se deriva una mayor solidaridad macho-hembra, para conformar un modelo de vinculación familiar primitiva, siendo el peculiar vinculo de crianza de nuestra especie, que va a generar las funciones psíquicas superiores y las características nucleares humanas, permitiendo la aparición de la cultura.

    Durante este trayecto el autor indaga sobre acontecimientos que impulsan nuevas realidades como el surgimiento del “padre”. Apoyándose en Laplanche y Freud nos habla de un nuevo vínculo, sujeto de la cultura. Se detiene en las formulaciones de Laplanche quien considera los cuidados autoconservativos, el canal por el que se introduce al sujeto naciente en el mundo de los deseos del otro y hacia el otro.

    Béjar Trancón utiliza la obra de Aulagnier para llevarnos del modelo de la relación del cuerpo del bebe con el otro, al reconocimiento de “otro lugar” al que la madre dirige su deseo, con ello está hablando de una “cualidad edípica”.

    Para representar ese “otro lugar” de importancia vital, que para el autor puede ser la apertura a la fantasía inconsciente, como nueva dimensión del espacio mental, va a describir los paulatinos cambios que se han dado en los homínidos para llegar al parentesco cultural. Todo esto lleva a la configuración de la psique humana con la posibilidad de construir fantasías y el surgimiento de una cualidad del deseo hasta entonces desconocida.

    Nos acercamos a un tipo de vínculo que posiblemente todos hayamos padecido, con la conferencia de Alicia Leisse de Lustgarten La relación médico paciente desde la mirada psicoanalítica. Desde esta mirada plantea una serie de circunstancias que han llevado a la deshumanización de dicha relación, como el desconocimiento de que la dimensión humana no se circunscribe a un cuerpo. La autora aboga por la psique que ha sido ignorada por no tener una conformación anatómica.

    Se apoya en Freud para ir hilvanando la intervención del inconsciente en el cuerpo, su inserción en una cultura determinada, así como en la relación con el médico, tanto por el lugar donde le posiciona como por lo que le moviliza, de forma que obliga a la figura del médico a rescatarse para no entrometer lo personal; para ello habla de la necesidad del trabajo psicoterapéutico y de supervisión, que facilita el trabajo del profesional.

    Para la autora es inviable concebir una mente separada de un cuerpo: la psique se inscribe en un cuerpo, impregnándose de los efectos de la relación con otro, articulándose la imagen del cuerpo que depende del encuentro afectivo; así ella suscribe que la matriz desde la que crece todo sujeto es psicosomática. De aquí el sentido de la enfermedad.

    Leisse de Lustgarten elabora una denuncia de cómo el avance tecnológico ignora al ser humano integral, considerando al paciente en forma dividida, entendiéndolo desde la relación corporal del niño con la madre. Con un ejemplo clínico nos hace partícipes de la dificultad en entender la posición de incapacidad y dependencia en la que se presenta el paciente, que tiene que ver con la capacidad de reverie, el componente narcisista y la omnipotencia. También hace referencia a la productividad, que lleva a priorizar el número de pacientes, comprometiendo el tiempo necesario para atender y entender la queja del paciente.

    Retomamos la clínica de la mano de Alicia Szapu de Altman, con su artículo Analizando a una niña a través del cyber-espacio comparte con nosotros una experiencia que le ha atravesado, utilizando sus palabras, “llegó a mi como un objeto creado-encontrado”. En su trabajo va generando un encuadre que le permite el uso del juego en sesiones a distancia y nos muestra cómo algunos momentos resistenciales surgidos durante el tratamiento se deben a fantasías emergentes del campo analítico y no al dispositivo utilizado.

    Se hace patente cómo la autora trabaja con honestidad hacia los padres y ella misma, revisando de forma permanente su primera experiencia de terapia virtual con una niña de 5 años. El lector puede apreciar la evolución del proceso a través de las viñetas clínicas y dibujos que nos aporta. Tras la experiencia, Szapu de Altman queda convencida de la posibilidad de esta nueva modalidad, sin desdeñar los obstáculos, viejos fantasmas y el análisis de su contratransferencia.

    Continuamos con el trabajo El ataque al vínculo como una de las formas de atacar el poder vinculante del pensamiento y evitar la evolución de la intuición y sus imprevisibles derroteros, que se presentó en uno de los talleres del Congreso Bion 2020, cuya coordinadora es Hilda Catz.

    Comienzan con una descripción de las peculiaridades que aparecen en pacientes que se vinculan conformando la pareja analítica. Estas pueden llevar al odio a la vida misma y hacia el vínculo de la pareja terapéutica; aquí recuerdan cómo Bion precisa que tanto el pensamiento como el afecto tienen función de ligazón en la relación analítica. Esto los lleva a considerar que el ataque al pensamiento también va destinado a evitar la evolución de la intuición.

    Nos adelantan las características que requiere el proceso que detallan más adelante, una mujer de 19 años que consulta por trastornos de ansiedad en un ámbito hospitalario. En la exposición del caso se muestra cómo a pesar de los abusos, maltrato y falta de reverie de la madre, se puede rescatar la función alfa transformadora gracias a la figura de la abuela, cuyo vínculo le ha posibilitado relacionarse con la terapeuta, ésta creó un campo de contención que facilitó que las impresiones sensoriales pudieran iniciar el proceso de elaborar pensamientos mediante la intuición.

    Los autores consideran que el dispositivo analítico está destinado a provocar transformaciones dentro del aparato psíquico y constituye una serie infinita de mutaciones que van modificando la misma estructura, se apoyan en Bion para posibilitar tener el coraje de utilizar la intuición y poder pensar por uno mismo la extraña experiencia de encontrarse con otro.

    El número de la revista continúa con otro caso clínico de la mano de Alejandro Muriel Hermosilla, en el artículo Análisis de los múltiples condicionamientos del proceso terapéutico: a propósito de un caso, hace una exposición muy detallada de la evolución de un tratamiento, en el que destaca los aspectos de la histeria, los reclamos que hace la paciente hacia el terapeuta, el lugar en el que quiere posicionarle y la necesidad de este.

    El autor se apoya en varias teorizaciones para encajar, con distintas viñetas clínicas, conceptos como la necesidad del otro como fundador y estructurador del psiquismo, la capacidad de simbolización, la identificación, la actitud emocional del terapeuta y el duelo, entre otros.

    El objetivo del tratamiento ha sido dar un sentido a las emociones que embargan a la paciente, ayudarle a llegar a sus propias conclusiones y que pueda sentir una imagen hacia sí misma de mayor solidez y confianza.

    Terminamos este número con la nota de actualidad de Gustavo Dessal, Coronavirus y lazo social. Algunas prospecciones, en la que se aventura a hablar del trauma y cómo las peculiaridades de las relaciones sociales se incrementan, en esta situación, dando pie a conductas en apariencia opuestas como son la agresividad y la solidaridad.

    Ve un paralelismo con anteriores situaciones que provocaron la desconfianza en el otro, así como la negación, y nos señala cómo la pandemia es una circunstancia que propicia que se agiten las pasiones turbias y aflore la potencia destructiva y latente de cada uno.

    Dessal nos alerta del grado de alienación, sensación de claustrofobia y trabas al agrupamiento sindical que se están dando en lo laboral y cómo en el ámbito educacional el amor, la satisfacción inconsciente que se obtiene en el acto sublimatorio, no pueden remplazarse tan sencillamente por funciones robóticas. Finaliza dejándonos una serie de interrogantes.

    Con estas aportaciones cerramos el número con la clara convicción de que sabremos buscar y saber reconocer lo positivo de toda esta situación, que nos traerá nuevas experiencias para poder pensarlas y escribirlas, nutriendo esta revista que compartimos.

    Inmaculada Delgado Pérez Comité de Redacción

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