top of page

Adquirir un solo artículo en versión descargable.

Adquirir este número en papel.

 

PRESENTACIÓN
Ana Alonso Arrese

 

ARTÍCULO CLÁSICO

El malestar en la cultura

Sigmund Freud

 

ARTÍCULOS MONOGRÁFICOS

Mentalización emocional y somatizaciones: Propuesta de itinerario clínico

Teresa Sánchez

 

De la paciencia. La incertidumbre y el amor. Ser padres en tiempos de crisis

Sonsoles Puchades llopis 

 

El estrés y las manifestaciones psicosomáticas en la adolescencia
Encarna Amorós Ruiz

 

El cuerpo entre psicosomática y psicodinámica del trabajo:rendimiento en el trabajo y descompensación somática
Béatrice Edrei, Isabelle Gernet

 

El estrés al otro lado de la mesa. Supervivencia de un equipo desalud mental en tiempos de pandemia
Lisi Amaya Lega

 

El fenómeno de las pantallas en la sociedad actual. Sus efectosdesde las perspectivas neurobiológica, educativa, social y clínica
Josep Moya Ollé

 

RESEÑA

Nuevas tecnologías y subjetividad. clínica y epistemología
Encarna Amorós Ruiz

 

 

Nº108 (digital)ESTRES Y SUS MANIFESTACIONES

10,00 €Precio
  •  

    Estimados lectores, Presentamos este nuevo número de la revista, “Estrés y sus manifestaciones”, cuya idea inicial surgió a raíz del que puede considerarse el mayor acontecimiento de salud pública mundial vivido en las últimas décadas: la pandemia por covid-19, y todo aquello que en relación con la salud mental se ha ido manifestando y quedando al descubierto desde entonces. Esta idea ha ido evolucionando a medida que, desde el comité de redacción, hemos ido trabajando en la elaboración de este número. La palabra stress es un anglicismo de uso reciente dado que la primera referencia a este término aparece en 1936. Durante ese año la revista Nature publicaba un artículo del autor Hans Selye del departamento de bioquímica de la Universidad de Montreal (Canadá) titulado “A syndrome produced by diverse nocuos agents”. Debido a un error de trascripción, el autor entendió que strain (tensión; agotamiento que sufren los materiales con el uso) se escribía stress y este accidente lingüístico fue el origen del término que hoy en día utilizamos de manera cotidiana y que está dotado de diferentes signifi cados en nuestra lengua. La Real Academia de la Lengua Española, y en la adaptación de stress a la lengua española (estrés), defi ne el término como la tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastorno psicológicos, a veces, graves. En relación con la cultura, y en recuerdo a Carlos Saura gran cineasta, fotógrafo y escritor español fallecido a principios del mes de febrero de este año y en la víspera a recibir el premio Goya Honorífico por toda su trayectoria profesional, mencionar su legado fi lmográfico del que destacamos para esta ocasión su obra maestra “Stress es tres, tres” rodada en 1968, que forma parte de la trilogía iniciada con “Peppermint Frappé” (1967) y que finaliza con “La Madriguera” (1969). En ella Saura plasma la visión desde una mirada transgresora y surrealista de la cultura de la España de aquella época, años de la censura, en los que el país empieza a abrirse a la modernidad e innovación, aunque con gran escepticismo. En estos años de apertura comienza a escucharse el término estrés refiriéndose a un “mal moderno” aparentemente ajeno a la sociedad de la época. Según las opiniones de diferentes críticos de cine, durante esos años, escenificar la infantilidad del comportamiento adulto, la superficialidad de las conversaciones y preguntas de la época, y la necesidad de que cualquier pareja pase por la posesión física, no estaba de moda, no estaba en el aire en ese momento. El desarrollo de la película nos lleva por una narrativa centrada en diálogos interiores e interpretaciones personales donde un trio mueve toda la trama: cuál es el lugar del tercero en el amor y como el deseo de matar puede convertirse en la única respuesta a la insatisfacción sexual y conyugal siendo la Ley la que impide la barbarie. Saura mediante escenas insuperables nos habla de la frustración y los celos, al mismo tiempo que del problema de los grupos de personas con una misma identidad social y moral y como estos pueden oprimir e impedir, mediante amenazas de castigo, cualquier evolución, elevación y aprendizaje mutuos. Hans Selye definió stress como un síndrome producido por diversos agentes que provocan una respuesta adaptativa del organismo. A esa respuesta la denominó “Síndrome general de adaptación” formulando con ello su teoría del stress. Él consideraba que existía un patrón en la reacción al estrés que es siempre igual. Este patrón se mantiene sea cual sea el estímulo que lo provoque, por lo tanto, este síndrome integra un sistema imbricado de diversas reacciones adaptativas del cuerpo que están estrechamente relacionadas. Pierre Marty en su libro “La psicosomática del adulto” (1992) hace referencia a los estudios de Selye que junto con los de Cannon, fisiólogo e investigador de los efectos fisiológicos de las emociones y como estas repercuten en todos los niveles del organismo e intervienen en la regulación de la homeostasis del medio interno, desembocarán en la noción de enfermedades de adaptación. Para Selye, la adaptabilidad y la resistencia al estrés son requisitos previos fundamentales para la vida, y en ellos participan todos los órganos y funciones vitales, poniendo de manifiesto el antiguo debate sobre la unidad fundamental del ser humano donde se nutre la especificidad de la psicosomática como disciplina por sí misma. Disciplina que conjuga la perspectiva evolucionista darwinista y las investigaciones freudianas del funcionamiento mental. Estas investigaciones han permitido conocer cuáles son los principios psicodinámicos, económicos y genéticos que gobiernan y organizan la unidad psicosomática de un individuo, cual es el fundamento de las neurosis de angustia o neurosis actual. La experiencia vivida estos dos últimos años de pandemia nos lleva a pensar en la angustia y desamparo que para muchas personas ha supuesto la incertidumbre y desconocimiento ante la inespecificidad del perfil de la persona que se contagiaba de covid19 (edad, estilo de vida, recursos económicos, hábitos diarios, etc). En muchas ocasiones daba la sensación de que todas las medidas externas de protección y prevención eran pocas para afrontar la situación tan dramática que durante un tiempo solo daba cuentas del número de muertes y número de enfermos debido a este virus. Ahora tenemos algo más de información acerca de cuál podía haber sido la predisposición física, genética y biológica y muy poca acerca de la psicodinámica de los diferentes tipos de personalidad que predisponían al contagio. Desconocemos si ha habido una repetición de perfiles psico-afectivos idénticos entre algunas de las personas afectadas. Qué relación ha habido entre los psíquico y lo somático en sujetos sanos y enfermos y, a raíz de esto, que hay de lo psíquico en los casos diagnosticados como covid persistente. A nivel social y comunitario, aún hay pocos estudios sobre las implicaciones en la psicodinámica individual y colectiva del aislamiento social que ha supuesto el confinamiento. Que consecuencias psicológicas y emocionales ha conllevado el hecho de perder el contacto de manera presencial con nuestros diferentes grupos de referencia (compañeros de estudios, trabajo, familia extensa, tiempo de ocio, etc). Cómo sociedades enteras hemos vivido el sometimiento a normas tan excesivamente restrictivas como absurdas, a los toques de queda, al propio confinamiento obligado desde fuera y, en algunos casos, incorporado dentro de nosotros a modo de sentimiento de culpa, de castigo. Para algunas personas este desplome de la estructura externa bajo la que se sentían protegidas, acogidas y amadas y que consideraban impertérrita, todopoderosa y bondadosa ha supuesto quedarse en el desamparo y al descubierto de manera tan angustiosa como estresante, poniendo en juego sus mecanismos de defensa y todo su funcionamiento mental, aunque en algunos casos sin mucho éxito, para el abordaje psicológico de esta situación inesperada, incierta e incontrolable. También ha supuesto un grito, un quebranto a nivel colectivo y personal, un revulsivo equiparable al que puede darse en el momento del descubrimiento de uno mismo viviendo una vida indeseable para sí pues se encuentra sometido bajo el yugo de la angustia a dejar de ser amado y ser excluido, rechazado, señalado y humillado por parte de la sociedad y su cultura. Cómo a lo largo de la trayectoria de esta dinámica masoquista en la que se ve atrapado, la manera de escapar al dolor y sufrimiento que esta provoca puede tomar diferentes formas que, desafortunadamente, en nuestros días gozan de aceptación en la sociedad como una característica del hombre obediente y virtuoso. 

bottom of page