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Nº 103 DICIEMBRE 2020, EL CUERPO

Puede adquirir la revista completa o por separado los siguientes artículos:

  1. Ana Alonso Arrese. Presentación :

  2. Christophe Dejours. «La elección de órgano» en psicosomática.

  3. Rafael Cruz Roche. El cuerpo.

  4. Adriana Meluk Orozco. Este cuerpo es mío para quien lo quiera. Una historia no narrada sobre la piel: A propósito de un caso de psoriasis

  5. Pedro Perez García. Mentalización vs simbolización. El cuerpo como instrumento

  6. Sergio Ramón Fernández-Miranda López; Victoria Ángeles Pérez Jódar  Introducción al «yo piel» de Anzieu. Un modelo comprehensivo a la corporalidad

  7. .Inmaculada DelgadoHomenaje a Luis Fernando Crespo

PRESENTACIÓN

PRESENTACIÓN “Tu cuerpo entero, de un extremo del ala al otro, diría Juan en otras ocasiones, no es más que tu propio pensamiento, en una forma que puedes ver. Rompe las cadenas de tu pensamiento y romperás también las cadenas de tu cuerpo.” (Extracto de “Juan Salvador Gaviota” – Richard Bach)

“Detrás de tus pensamientos y sentimientos, hermano mío, se encuentra un soberano poderoso, un sabio desconocido, llámase sí-mismo. En tu cuerpo habita, es tu cuerpo.” (Extracto de “Así habló Zaratustra” – Friedrich Nietzsche)

Estimados lectores, a continuación, les presentamos el nº 103 de esta revista, que lleva por nombre El Cuerpo. Sí, el cuerpo en toda su extensión, en toda nuestra extensión, como dice Richard Bach en el extracto de su novela Juan Salvador Gaviota (1.970) más arriba situado. Cuerpo y mente se presentan como una unidad indivisible, encarnada en la figura del individuo cuya etimología es “que no se puede dividir”.

El cuerpo es el sexto continente que no recordamos nombrar al enumerar los otros cinco académicamente aprendidos. Puede que sea por la obviedad de su presencia, y también puede que sea porque, a veces, nos haya pasado desapercibido por diferentes motivos personales (sexualidad, desconexión mente-cuerpo, enfermedad, etc.), a lo largo de nuestra propia historia.

El cuerpo es ese continente muy nuestro, de cada uno, que cuenta con un gran número de habitantes e incluso otros continentes que desconocemos, terrae incognitae. Babel que habla una lengua materna que es extranjera. El modo en que se da la relación entre los distintos habitantes del cuerpo es un tenso intento de englobarlos en un centro umbilical que refleje a todos.

En esta centralidad de un cordón, que anude los fragmentos y restituya la pérdida, está la psique, que es armónica en la escucha de las voces disonantes. El psiquismo nace enraizado a un cuerpo, desarraigado, por la pérdida de la continuidad natural que hace de la vida un don paradójico y conflictivo, que a cada uno le toca escuchar en su extraña cordialidad.

El cuerpo se convierte en espejo, y en continente, de terreno árido e inhóspito, donde brotan unos lazos que incluyen la separación. La fractura, dificulta la idea de linealidad en las relaciones, que se vuelven abruptas y sorprendentes. Las relaciones humanas están teñidas de sexualidad, ligadas al azar y a la necesidad, que a golpes de acontecimientos fecundos y estériles hacen cuerpo.

El cuerpo tiene una parte que es un resto, incrustado en un mensaje secreto, una enigmática voz de la que sabemos por su ausencia, una clave que nos empuja a descifrar lo que se nos escapa tanto a nosotros mismos y como con el mundo exterior.

Friedrich Nietzsche, como parte de su legado, nos desvela en su libro Así habló Zaratrusta (1.883-1.891) que “el cuerpo es un soberano poderoso, un sabio desconocido, llámese sí mismo”. El cuerpo hace de testigo de nuestra existencia, de nuestros avatares y estragos vitales. Es memoria y recordatorio, de nuestro paso por la vida, del momento y lugar en el que nos encontramos. Es el lienzo sobre el que se plasma la esencia de quienes somos y, al mismo tiempo, es la primitiva forma de expresión de aquello que es silenciado, que permanece oculto. Este es el vulnerable cuerpo que se adquiere apropiándose el sujeto de la herencia de su legado, que a la manera de la cultura, se nos transmite con el lenguaje. Lo heredado, memorizado o mudo, luminoso y opaco es violento e intrusivo, y lo adquirimos a golpe de repetición, para cernir, lo que queda fuera de la representación.

Muchas veces damos por hecho que esa sofisticada maquinaria se mantendrá por los siglos de los siglos, y si hay algún conocimiento teórico-científico que se mantenga tras el paso del tiempo, es que no hay mente sin cuerpo, ni cuerpo sin mente, y que todo ser humano tiene un principio y un fin. Es un tándem que ha de estar en saludable conexión y equilibrio para una óptima función de adaptación, evolución y expresión creativa.

En 1.989, escribía la psicoanalista Joyce McDougall en Teatros del Cuerpo, haciendo referencia a los misteriosos saltos de la psique en el cuerpo, que todos los seres humanos tenemos tendencia a somatizar cuando ciertas circunstancias internas y externas a nosotros sobrepasan nuestros modos psicológicos habituales de resistencia.

Hoy en día sabemos que el despliegue que hace una persona de sus mecanismos de defensas dependerá de su estructura psíquica predominante y la sofisticación de su proceso de pensamiento. En pacientes más regresivos y con un pensamiento más operativo, la somatización junto con la hiperactividad, son las vías de expresión más recurrentes llegando a desencadenar, en algunos casos, situaciones dramáticas.

En el trabajo psicoanalítico solemos dar prioridad a la vertiente psíquica del ser humano, representada por el lenguaje y, de modo inevitable, no perdemos de vista, ni infravaloramos, la importancia del cuerpo, lo corpóreo, tanto en la clínica como en la teoría del individuo que está inmerso en el conflicto que le acontece y relata.

Abrimos este número de la mano del psiquiatra y psicoanalista francés, Christophe Dejours. El texto que presentamos, “La elección de órgano en psicosomática”, está extraído de su libro El cuerpo primero: cuerpo biológico, cuerpo erótico y sentido moral (2.017). Dejours en este libro amplia las explicaciones sobre la hipótesis de la existencia de una tercera tópica o tópica de la escisión que presentó anteriormente. “Vivimos simultáneamente en dos cuerpos respectivamente, el cuerpo biológico y el cuerpo “erótico”, y este segundo cuerpo, se forma a partir del primero mediante la subversión libidinal en la que el cuerpo erótico se despliega, progresivamente, del cuerpo biológico. La aparición del cuerpo erógeno (origen de la subjetividad) va a depender de la calidad y éxito de este proceso de subversión libidinal. La construcción del cuerpo erógeno es una de las formas en las que la infancia es memorizada por el adulto. El cuerpo intelectual y emocional tienen una entidad propia que afecta al cuerpo físico.

La elección de órgano se dirige a la función biológica con la que ha fracasado la subversión libidinal, y la enfermedad somática se situará en uno o más órganos según estén implicados en esa función biológica que ha sido excluida. El órgano no se escoge directamente si no que la elección es inconsciente “y concierne a la función sellada por los callejones sin salida (impasse) psíquicos de los padres que no han permitido la libertad de expresión”.

La descompensación surge cuando de la relación intersubjetiva el otro le pide al sujeto algo que moviliza la función excluida, proscrita, como dice Dejours. En este momento ocurre en el sujeto una violencia compulsiva reactiva dirigida contra el objeto que provoca esa alteración, pero al estar bloqueado por la inhibición (represión), desencadena la descompensación.

El actuar expresivo, desde el cuerpo erótico, es heredero de la subjetividad libidinal y abre la vía a la figuración de lo que se ofrecerá a la elaboración y simbolización, teniendo en cuenta que el proceso de mentalización pasa por el cuerpo, primeramente, es corporal. En palabras de Freud, “el yo es, sobre todo, un yo-cuerpo”.

Rafael Cruz Roche en su artículo inédito El cuerpo que presenta en este número, recoge de Dejours, desarrollando este la idea de Laplanche sobre la seducción generalizada, que “el cuerpo interviene como poseedor de un primer poder de traducción de la relación intrusiva de los padres. Es el cuerpo el que recibe el mensaje de la implantación, el que experimenta la excitación sexual y es el cuerpo también el que detenta el poder que inicia la traducción (a lo protomental)”.

El autor hace una revisión histórica sobre la relación del cuerpo con el psiquismo y sus misterios. Parte de la concepción aristotélica, “el cuerpo es el instrumento del alma” pasando por la separación cartesiana “res cogitans vs res extensa” hasta nuestros días con las aportaciones de las neurociencias, dando cuenta de cómo el funcionamiento corporal organiza el aparato mental.

Como él dice, el psicoanálisis y su fundador son precursores y piedra angular de la actual corriente de pensamiento que considera el psiquismo como el emergente de un sustrato biológico especialmente complejo que lo sustenta y lo informa. Hay una riqueza relacional extremadamente útil y pertinente entre ellos, considerándose el sustrato de comunicación de inconsciente a inconsciente.

Adriana Meluk Orozco, en el siguiente artículo que presenta por primera vez en esta revista, Este cuerpo es mío para quien lo quiera. Una historia no narrada sobre la piel: A propósito de un caso de psoriasis, nos presenta un caso clínico que, como en un lienzo, plasma las encrucijadas de la comunicación entre el cuerpo y la mente en aquellos casos en los que el cuerpo es mero instrumento, es freno y sostén ante una desorganización psíquica.

La autora pone de manifiesto la delicadeza con la que, como profesionales, hemos de ir hilando junto con el paciente los discursos de su cuerpo con los de la mente, favoreciendo en él una continua mentalización, que le sirva de soporte y de antesala posterior ante la repetición de somatizaciones y comportamientos que le pongan en riesgo.

El tercer artículo, inédito también y escrito por Pedro Pérez García, Mentalización vs Simbolización. El cuerpo como instrumento, el autor nos presenta la dicotomía entre mentalización y simbolización con el fin de evitar la confusión que, según explica, a veces se encuentra en el ámbito clínico.

A través del fragmento de un caso clínico, expone la importancia del desarrollo de un pensamiento simbólico bien integrado que sea amortiguador de las consecuencias afectivas y emocionales de momentos vitales dolorosos. Dicho proceso servirá de protector ante posibles representaciones a través del cuerpo donde el canal de la situación traumática se realice mediante la somatización y el comportamiento en los casos donde la hiperactividad actúa como efecto autocalmante y excitante.

En el siguiente artículo inédito, Marta Areny de la mano de Identidad Sexogenérica abre el debate e invita a la reflexión sobre las nuevas identidades sexuales que han irrumpido en la escena actual junto con la revolución social en la que estamos inmersos.

La autora en su texto hace un llamamiento a los psicoanalistas profesionales de la salud mental en este campo, entendiendo la identidad sexogenérica como una identidad sexual diversa frente a la identidad binaria. La irrupción de la que habla la autora ha provocado que se hayan trasformado los límites de la biología introduciendo nuevos términos médicos como es la reasignación de sexo.

Realiza una revisión histórica de la evolución de los términos identidad de género (sociocultural) e identidad de sexo (biológico) haciendo un breve resumen de las aportaciones del psicoanálisis en este campo, alertando sobre la responsabilidad y ampliación de la escucha en el tratamiento de este tipo de pacientes transexuales y transgénero.

La autora quiere alentar a los lectores a seguir en el camino de la investigación, análisis, reflexión porque como ella dice, “se nos hace evidente la necesidad de ampliar la mirada psicoanalítica, procurando no ligarnos a concepciones clásicas que nos dejarían sin pensamiento ante las confusiones y las dificultades de dialogar con algunas ideologías actuales”

Sergio Ramón Fernández-Miranda López y Victoria Ángeles Pérez Jódar, autores del siguiente y último artículo inédito de este número Introducción al “Yo-Piel” de Anzieu. Un modelo comprehensivo a la corporalidad, en su texto nos presentan un compendio de las repercusiones clínicas de las aportaciones fundamentales del modelo de Didier Anzieu a la psicosomática y psicopatología borderline.

Los autores aportan una viñeta clínica como gráfico de la aplicación del modelo “Yo-Piel”

Como cierre de este número, desde el Comité de Redacción, hemos querido hacer un homenaje a Luis Fernando Crespo fallecido a principios de este año. Crespo ha sido para muchos profesionales, un referente de la psiquiatría, el psicoanálisis y el trabajo con enfermos graves.

Es por este motivo que, como agradecimiento a toda su obra y aportaciones a la salud mental, publiquemos uno de sus últimos trabajos Interacciones de la parte psicótica y neurótica de la personalidad en los procesos “borderline”.

Queridos lectores, esperamos que disfruten con la lectura de este nuevo número. En estos días, más que nunca, el hábito de leer se convierte en un acto de resistencia.

Ana Alonso Arrese Comité de Redacción


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